RIZOS



Rizos, de la ferretería El Pasaje me hizo esta foto mientras esperaba por los focos que le había encargado. Hacía un calor infernal y en la puerta del negocio ofertaban una sombrilla para librarse de un sol que nos visitaba de incógnito.
-Podríamos patentarlo, esto de scooter con sombrilla, le dije yo sin pestañear.
-No, me dijo Rizos, porque en un plis plas nos lo copian los chinos o las chinas, que son muy dados a copiar y no nos daría tiempo ni a sacar la patente.
No sé cómo se llama Rizos, casi todo el mundo lo llama así, porque en realidad poco se sabe de él, únicamente que es aficionado a la tonada asturiana y que me recuerda a un amigo con su misma pelambrera de rizos rubios de nene de 3 años, que años ha me escribía unas cartas larguísimas desde donde cumplía el servicio militar y que solían empezar así.
“Querida amiga: tu última carta me hizo reflexionar profundamente sobre la hermenéutica de Heidegger y Gadamer, no obstante, ya lo dijo Platón cuando observaba las sombras en la cueva de los dinosaurios, aunque Hegel fue más allá porque nació después…”
Un día vino de permiso de la mili y nos pusimos a comer un bocadillo de calamares en el pollete que había enfrente del edificio de mi casa de Pumarin. A mí me daba por aquel tiempo por decirle a todo el mundo que lo quería, porque los bocatas de calamares también es verdad que me ponen sentimental. Ël, entre bocado y bocado, ya estaba intentando soltarme todo el panfleto de El Capital, porque de aquella estaba eligiendo la filosofía de Carlos Marx como libro de cabecera para sus rizos dorados, pues no os lo vais a creer, pero cuando yo le dije “te quiero” su cara se puso roja como un tomate, sus rizos se volvieron dorados hasta la extenuación y una arandela de calamar salió volando de su boca y se posó en una rama de un árbol como si fuera un CD brillante para asustar pájaros. La tenía en su garganta tratando de digerir si la Dictadura del Proletariado podría llevarse a cabo gracias a la ingesta de calamares en bocadillo.
-Vale, contestó a mi declaración universal de cariño de andar por casa.
Yo no podía terminar sus cartas, pensaba hacerlo cuando me jubilara, y ahí las tengo en un atadillo de cintas de raso esperando a que las desempolve.
A Rizos no le da por utilizar términos filosóficos, su lema de vida es “un clavo saca a otro clavo” y a veces se pone como en trance y le da por decir “nunca te bañas en el mismo río dos veces”, por eso me recuerda tanto a mi amigo el filósofo-revolucionario que quería fomentar la guerrilla desde la mili, porque ya que allí tenía las armas a su disposición, pues que se metían en faena sin mucho esfuerzo, decía él tan campante.
Rizos ganó el puesto de ferretero presentándose al casting con su bata azul bien pespunteada. Le hicieron cantar la canción de Carlos y Los de Palacaguina y sin más dilación entonó “Una libra de clavos y un formón” y quedó en el segundo puesto, pero tuvo una idea tan buena de darle rendimiento a la canción que sacaron al del primer puesto (cantaba mejor que él, pero no tenía ideas y eso hoy en día vale mucho para mejorar las ventas) y lo colocaron a él en la ventaja. La idea que Rizos desarrolló fue hacer de  la canción la banda sonora de la ferretería y cada vez que una clienta entraba por la puerta y exclamaba: “¿yo a qué venía?, pues él cantaba la canción y la clienta se acordaba, aunque a veces tenía que añadir: “Clodomiro, Clodomiro, ¿para dónde vas tan serio?” y ya la clienta se acordaba de tantas cosas que hasta le venía a la memoria los recados que su madre le mandaba de pequeña.
Podría ser la biógrafa de Rizos, pero al parecer él está escribiendo sus memorias y yo le pisaría la idea, así que lo dejo para otro momento, en el caso de que a él le dé pereza coger la pluma y llenar los papeles de partituras de ferretería.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia...

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#humor

Comentarios

  1. Hola Zoila, cómo estás? Te acuerdas de Moscú y de un estudiante de Medicina que pudo compartir contigo una bonita amistad. Si, soy Ernesto Moreno Naranjo de Colombia y graduado en Medicina en el año 1981 de la Universidad Patricio Lumumba de Moscú. Aun te recuerdo. Ernesto

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    Respuestas
    1. ¡Hola, Ernesto! ¡Claro que me acuerdo de ti!
      Me ha dado mucha alegría leer tu comentario, ¿Qué es de tu vida, cómo estás?
      Me agradaría saber de ti..
      Un abrazo.

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    2. Me puedes escribir a zoilagarciarilla@gmail. com

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