CUANDO UN AMIGO SE VA



Cuando un amigo se va empiezan a llegarte los recuerdos de aquello que compartiste con él. Mi gatito me ha dejado la ternura de su mirada, la bondad incondicional. Era bueno porque sí. Me contó el veterinario que al tener una anemia crónica no le daba para sacar mucho el genio cuando le dije que nunca le había visto enfadado. Hay personas que siempre encuentran motivos para enfadarse, mi gato siempre encontraba motivos para estar contento, para demostrarte lo que te quería, lo que dependía de ti, lo maravilloso que era estar a tu lado. Y siento que ese afecto me hacía ver el afecto de la gente buena que me lo demuestra, porque nuestras mascotas nos ayudan a ver sentimientos universales que están en nosotros y se reflejan en ellos para que no perdamos la esperanza en esas emociones tan caras. Mi gatito me reconciliaba con el ser humano, porque él no hablaba, pero al sentir yo eso me hacía creer en la posibilidad de ser cercana, mimosa, amorosa y en que hay mucha gente -yo diría todo el mundo- con esa capacidad de dar lo mejor de ella. Mi gatito esperó a que le llevara al veterinario para no dejarme sola en este trance de despedida, como mi madre, que esperó por nosotras para despedirse en el hospital, levantando la mano como si agitara un pañuelo y se fuera a emprender un crucero de lujo en el barco del amor. Mi gatito se marchó sereno, respiraba mal, pero miraba limpio y sereno y esa mirada me acompañará siempre porque le estoy agradecida a tanta compañía y tanto mimo como me ha dado. Mi gatito fue siempre un regalo, un regalo para mis ojos, un regalo para mi regazo, que lo recogía amoroso. Me dio la oportunidad de cuidar a un ser vivo, de ser paciente, de saber que alguien me esperaba al llegar a casa. Sólo los que tienen gato o gata saben que ellos te esperan aunque no meneen la cola. Ronronean, los gatos practican el silencio, tienes que estar atenta, tomar conciencia del momento y escuchar el ronroneo, que es como una nana ancestral que sale de lo profundo de la cueva prehistórica. Mi gato me miraba de una forma limpia, tierna, su mirada me llenaba de paz, me daba consuelo. Caminaba sigiloso, andaba de puntillas para no despertarme, sólo me pedía que le acariciara la cabecita felina, que lustrara su pelo para que brillara como el sol. Llorar para mí es un acto privado. Sólo puedo llorar a solas, casi nadie me ha visto llorar, porque siento mucho pudor cuando se sueltan mis lágrimas. Me han venido a la mente muchos momentos de tristeza al ver que mi gatito ha partido, me ha llegado el recuerdo de personas que se fueron, que han muerto o que ya no forman parte de mi vida, por eso he tenido que llorar para despedirme de él, que tanto me ha dado...

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