IRENE



Mi amiga Irene me citó para ir juntas al teatro a ver  "Yerma" de García Lorca. Luego nos fuimos a cenar para charlar sobre sus dolencias y que yo le hiciera unas flores para todo lo que le acontecía. Primero estuvimos en el merendero del restaurante y mientras me contaba sus cosas comenzó a llover, así que nos tuvimos que ir para adentro a guarecernos de la lluvia. Mientras me contaba sus padecimientos hubo un momento en que rompió a llorar, tenía las manos muy frías y yo le tomé una de ellas -la que estaba a mi lado- para que entrara en calor. Su problema es que le han diagnosticado cáncer de mama  en el pecho izquierdo y la están apremiando para que se opere. Al enterarse del diagnóstico se ha metido en internet a indagar todo lo posible sobre su enfermedad y está negada a operarse, pero también muy dudosa sobre si debe hacerlo.Tiene miedo de las secuelas de la operación, de que su brazo le quede inútil y dice que los médicos nos utilizan como cobayas. Ha leído sobre Hamer y le gusta lo de las leyes de Hamer, pero duda, porque su gente cercana no para de agobiarla con que se opere, y en la sección de oncología del hospital el psicólogo que la trata y que le ha dado unas pautas para que aprenda a respirar porque dice que ella respira muy mal, a veces habla como atragantada, se come las palabras (también las uñas), pues él también le dice que tome la decisión que puede ser grave, pero ella no quiere operarse. Fue a ver a un homeópata que le recetó Phitolaca, Aurum e Ignatia (esto me lo dijo de memoria y como yo no entiendo de homeopatía, no sé si está bien escrito) y le dio una dieta en la que básicamente no debe comer alimentos fermentados. Mientras charlamos ella no para de preguntarme, como para no contar sus cosas, pero yo insisto en hacerle preguntas para que vaya soltando su lastre.
Irene es una mujer hermosa, aparenta bastantes menos años de los que tiene, cuenta con mucho gusto para vestir, su casa está decorada como  la ropa que lleva. A mí siempre se me ha parecido a la actriz Jessica Lange, pero más bonita, aunque ahora mismo su cara no tiene la expresión dulce e ingenua que yo siempre conocí, más bien parece una máscara endurecida por el dolor. Es una persona discreta que no le gusta criticar, ni contar los secretos que le cuentan.
Su gran problema son los hombres. Dice que tiene una relación sadomasoquista con ellos. La última relación fue tormentosa. Era un chico más joven que ella y que la dejó por otra chica, a partir de ese momento empezó a manifestarse el tumor, aunque antes siempre había tenido bultos en los pechos, pero de origen benigno. Me cuenta algo que me asombra y es que este chico no quería que se supiera que estaban "liados" y se avergonzaba de tomarla del brazo o cogerla de la mano públicamente, cuando  se trata de una bella mujer que cualquiera se sentiría orgulloso de pasearla por la calle. En el transcurso de la cena contesta a una llamada de su último "ligue" y durante el tiempo que charla con él no para de decirle a él que se cuide, que descanse, que duerma. A mí me toca por miedo a que me caiga - ya que yo camino con una muleta- para protegerme por si resbalo o por temor a que me pase algo. Hace años mantuvo una relación larga con un chico con problemas con el alcohol que terminó muy mal. Cuando estaba con este chico dice que le vino un recuerdo muy vívido de cuando era pequeña y su padre venía del trabajo todo sudado y muy cansado y malhumorado, que ella se acercó a su padre para acariciarle la espalda desnuda, que esa espalda le resultaba hermosa y que a la vez quería consolarlo del agobio que su padre traía, que ella dijo inocentemente, mientras lo acariciaba: ¡papá!, y que su padre le contestó bruscamente: ¡mierda!, y que para ella fue un dolor muy grande que hizo que nunca más pudiera recibir una caricia de su padre, pero que ya había perdonado a su padre por eso. Me comenta todo el tiempo lo bien que nos tratan los camareros, lo amables que son con nosotras, la mesa tan estupenda que nos han dado, como si no acabara de creer que se merece eso y mucho más. Le hablo de lo útil que resulta el servir a los demás y me dice que hace poco estuvo en una excursión haciendo de lazarillo para una chica ciega y lo bien que se sintió paseando por el bosque horas y horas y que salió con más energía que cuando comenzaron la caminata. En ese momento pensó que eran las plantas que había en el bosque las que le habían dado la energía que sintió y que había leído que el doctor Bach también había sentido eso al pasear por un bosque cuando él empezó a estudiar las flores.
Han pasado 7 años desde entonces e Irene -que no se llama Irene, pero ella ha elegido este nombre para que yo cuente su historia- está perfectamente de su dolencia. No se operó, siguió un tratamiento homeopático y buscó los orígenes de su “conflicto”.
Yo sólo le di flores de Bach en raras ocasiones, no cargué con su karma…



Comentarios

Entradas populares