SUEÑOS EN LA MIRADA



Tanto tiempo escondiendo las piernas con su asimetría perfecta, no dejando que se aireen al sol que más calienta, tanto tiempo paradas esperando a Godó, queriendo abrazar a los árboles, caminar a velocidad de crucero. Caballitos de puerto, sirenas de rojo, atardeceres quemados, calles oscuras sembradas de sol, Cristos entronizados, museos, teatros, bomberos jubilados en el parque y hasta un africano  que nos llamó María Castaña con acento malagueño. Boquerones en el pimpi, el hombre que estuvo 8 años en coma y despertó para gastarse los veinte millones que tenía ahorrados de estar en la UCI y que se parecía a ti, con su voz ronca y sus piernas inquietas, me dijo preciosa como me lo decías tú tantas veces. La calle Larios recorrida una y otra vez en un suspiro y tú en la niebla del recuerdo, en los pasos nunca dados contigo, sin ninguna página en blanco, sólo con tu áspero recuerdo de tristeza y traición.
El hibisco en el pelo que me regaló Rebeca y los “paseítos” a galope con Inma en ese maravilloso caballo eléctrico que me parecía tener alas para atravesar calles empedradas, pasos de peatones en obras, laberintos de tiendas, bares de barrio con tapitas baratas y soportales fresquitos.
Hace calor en Málaga, muuuucho calor y las piernas se me hinchan, pero tuve una compañera de viaje andariega, que también quería sorprenderse y alegrarse de lo nuevo, curarse de nacionalismos y espantos, unos estupendos anfitriones: Merche y Antonio, que me llevaron al Martinete a hartarme de tapas y a tomar un carapino a la heladería de enfrente. Me acordaba de tu madre, tantas veces te llamaba para hablar contigo y tú estabas en el Martinete hartándote de cerveza y yo hablaba con ella para hacer tiempo hasta que llegabas y ella -creo- hacía tiempo hablando conmigo para lo mismo.
Hiciste muy bien en no llamarme cuando nuestros caminos se cruzaron, pues tú estabas aquí y yo estaba allí y me imaginaba que si venías a verme ibas a dejar a una mujer sola con la incertidumbre de lo que estaríamos hablando o si venías con ella me iba a dar rabia verte con mi sucesora, aunque nadie sustituye a nadie, sino que cada uno tiene su papel y su momento en la vida y acontece lo nuevo para que lo viejo se muera. Realmente no quería verte, porque te iba a llenar de reproches y lo que la mente me decía el cuerpo me lo marcaba con nerviosismo y desasosiego. Ya no estás en mi vida, lo decidiste aquel día que creías que estabas soltero y sin compromiso y buscaste compañía fuera de nosotros, el día que decidiste seguir con tu adicción maldita que destruye tus emociones y ampara tu depresión. Yo te quería con toda el alma y lloré mucho tiempo tu ausencia, ahora ya estás del todo ausente, como si fueras otro, como si nunca te hubiera conocido…
Emotivo encuentro con Mª del Mar y sus niñas, reconociéndonos después de años y esa despedida con la cara lavada en el aeropuerto a las seis de la mañana.

Fui a buscar un libro a Málaga y mira tú todo lo que me he encontrado….

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