#PORLABOCA

Como cualquier madre que se precie, y cualquier aficionada al teatro que se estime, yo fui a ver a mi hija en la primera representación al público en el teatro Pavón de Madrid de la obra #Porlaboca de José Padilla, que trata sobre los desórdenes alimentarios, la anorexia, la bulimia. Hay atrapadores de palabras que justo dan el salto para alcanzarlas en el momento que pasan bordeando su cabeza, porque el inconsciente colectivo lo elige a él (al más inquieto, al más sensible, al que mejor sabe atraparlas, para darnos un mensaje y llegar al corazón), así que me encontré a mi hija saltando encima de una nevera que parecía tener las mismas dimensiones del cubo que nos ponen en la sala de rayos X a las mujeres que ya pasamos cierta edad y nos diagnostican osteoporosis por medio de una densitometría. El cubo mide 40x40 (así me informó el radiólogo cuando le pedí la medida exacta para hacerme uno casero, pues tanto me gustaba  poner mis piernas en lo alto del cubo, como si fuera a parir sin dolor). Mi hija saltaba encima de la nevera, ese lugar que alberga muchas de las emociones que expresaríamos si no abriéramos su puerta con ansiedad: el chocolate, el alcohol, la nata montada, la carne roja sustituyen a las emociones por sentir. La nevera está vacía, luces de neón, a veces llena de ilusiones que se van dejando por el camino. Yo voy al teatro a que me cuenten cosas de mi vida, no importa que el personaje sea héroe o villano, siempre hay algo de mí en alguna escena, en alguna frase, en algún gesto. Yo me vi reflejada en el momento de la prueba del vestido, cuando la tía de Sonia le prueba el vestido de Primera Comunión y le dice que a su hermana le quedaba mejor que a ella. Las comparaciones son odiosas siempre, ¿qué hay que comparar si cada persona es única e irrepetible, si cada cual escondemos a un ser maravilloso dispuesto a expresar lo mejor que lleva dentro y darlo al mundo? Mi mundo se venía abajo cuando me comparaban con mis primas, todas estaban mejor dotadas que yo para la vida: bordaban mejor, estaban más duras (sí, lo mío era la carne blanda, de estar meses postrada en camas de hospital) y eran más obedientes, así que tuve que mejorar y lidiar con esa competencia desleal de las comparaciones. 
Cuando terminó la representación se entabló un dialogo con el público asistente. Algunas personas contaron anécdotas estremecedoras, como la muerte de una mujer joven a manos de esta enfermedad silenciosa y solitaria. Recordé a una amiga en mi adolescencia que me contaba con toda naturalidad que se iba al baño a vomitar los festines de chocolate que devoraba con ansiedad. Cada vez que vamos al teatro estaría bien conversar con las personas que han trabajado para poner voz, sonido y luz al texto. Además de entretener debe hacernos reflexionar que ocurran hechos tan graves en esa etapa tan delicada de la vida…
Entre obra y obra de teatro en esta visita a Madrid nos dio también por recorrer museos y azoteas de edificios emblemáticos, como la del Círculo de Bellas Artes ( que pierde un poco su encanto con tanta música estridente), quedarnos por las calles a respirar la noche y hacer que muchachos de piel oscura en silla de ruedas nos pidieran algo para comer o una ayuda para dormir en un hostal y quitarse de los cartones en el suelo. También me llamó la atención ver paseando a una chica ciega elegantemente vestida, explorando la calle con su bastón de tiento.
Nosotras, mi amiga Inma y yo, también atrapamos la risa con las ocurrencias de Antonio, el padre de mi hija, que parecía estar inspirado con todo lo que le rodeaba o le sugeríamos. 
Eché de menos mi scooter, como si fuera mi escoba de bruja, que me permitiera salir volando por los tejados de Madrid, seguro que hice algún viaje astral, porque a veces me levantaba cansada y con ganas de salir volando otra vez.
Un cocinero que se precie hace un buen caldo de cultivo además de con su talento con unos ingredientes de calidad, en este caso Xana del Mar y Helena Lanza formaron un equipo de emociones apasionado y con una energía muy alta, se reflejaban una en la otra, como la imagen que se proyecta en el agua, acompasadas, en eco, cada una en su ritmo, individuales, indivisibles, inquietas, sublimes, fuertes, vulnerables.
Gracias a Cristóbal Suárez (el tuerto más guapo de España) y a Verónica Pérez (la productora más dulce) por la acogida tan cariñosa al saludarnos.
Manuela Carmena: ¿por qué no vas más al teatro? Esperaba verte allí.

Comentarios

  1. Jolines amiga eres unica escribiendo, enseñas a vivir, transmites todo tu mundo en luces y sensaciones. Sigue asi, no cambies y si lo haces hazlo para ser más feliz. Besos.

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    1. Gracias, Inma, somos compañeras de sueños, y volamos para atrapados...

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