SUEÑO QUE SUEÑO



Madrugada del domingo, 04:30 horas.
Sueño que sueño con un viejo. El viejo está montado en la sombra de mi marido, cabalga en su sombra. Este viejo vuela. Vuelo a la par que el viejo. Me veo desde arriba en la cama durmiendo y en el aura de mi marido veo un viejo desdentado y con los labios hundidos. Miro para él y me habla burlándose de mí. Intento despertar del sueño para deshacerme de lo que yo creo es una pesadilla. Rompo el sueño y me levanto y en la sala de mi casa está mi vecina. Es mi casa, pero no es mi casa. Tiene las ventanas y las persianas iguales. Se ha marchado la luz y yo trato de arreglarlo. Voy para la cocina mientras levanto las persianas para que haya más claridad y trato de explicarle a mi vecina el sueño y le digo: “Si supieras lo he soñado”, pero no puedo explicárselo, porque siempre hay interrupciones a causa de la falta de luz. No tengo miedo, pero pienso en el miedo cuando busco la luz. En la cocina hay mucho desorden, hay artilugios que no sirven para nada, como un aparato que es una mezcla de grifo, ventilador y cortafiambres que está pasado de rosca. Cuando lo giro tira mucho agua. Debo girarlo con cuidado para que no se pase de rosca y se pierda por él todo el agua. Es extraño que en unos lugares haya luz y en otros no. Subo las persianas para que entre más luz en la casa. Todas las persianas no están bajadas. Entra la luz artificial que hay en la calle por ellas.
Suena un teléfono móvil. Mi marido contesta: “Sí, sí….no, no” y yo estoy soñando que sueño y que es el sonido de él hablando por teléfono, que él está acostado y por el pasillo suena su voz y digo: “Ya verás como no le ha llamado nadie y no nos cuenta nada”.
No soy capaz de contarle a mi vecina que he soñado con el viejo.
Mi vecina me nota angustiada y preocupada.
-Creo que voy a alegrarte la vida. Como sé que te gustan tanto los pasteles te voy a invitar a ir a una confitería a que te comas todos los pasteles que te apetezcan.
Salimos de ese sueño y nos vamos a la calle, vestidas con nuestras mejores galas para ir a la fiesta de los dulces. Recorremos pastelerías preciosas, con dulces presentados en vitrinas transparentes. Hay pasteles de crema, de merengue, de hojaldre, de nata, de almendra, de manzana. Yo como pasteles hasta hartarme y le agradezco infinitamente que me haya invitado a degustar lo que tanto aprecio. Me marcho satisfecha, ya no puedo más de tanto dulce. Mi vecina se queda en la confitería hablando con la camarera. Camino unas cuantas calles arriba y me doy cuenta de que he olvidado el paraguas. Mi vecina ya no está y le digo a la camarera que si ha visto mi paraguas.
-Oye, la mujer esa que te invitó a comer pasteles estaba despotricando contra ti, decía que vaya cara que tenías comiendo tantos pasteles.
-¡Pero si me dijo que comiera todos los que me vinieran en gana!
-¡Pues no paraba de decir lo tragona y maleducada que eras!

Definitivamente esta noche he soñado con el duende feo y la bruja mala de los cuentos…

Mayo de 1997.

Comentarios

Entradas populares