Día de las Madres
El día de
las Madres había quedado con mi amiga Imma para ir a la Plaza Mayor de Gijón a
celebrar la paz que queremos las mujeres. Las dos somos de llegar tarde, así
que nos regalamos una mutua comprensión si este objetivo no lo conseguimos, ya
que existe en nosotras una especie de maldición fatalista que hace que esto de
llegar tarde ocurra sin que ninguna de las dos se lo proponga, lo juramos por
snupy que en nuestros planes no entra llegar tarde, pero sí en las personas que
nos esperan una especie de ataque compulsivo que le entra en su dedo índice por
señalar el reloj (incluso imaginario si su muñeca no lo portara) dando cuenta
de lo poco considerables que somos con su espera y con su impaciencia. El dedo
índice es un dedo acusador, así que el que llega temprano siempre te está
culpando de algo, como si el mundo fuera más despacio porque tú llegaras tarde.
Yo heredé de mi madre esta costumbre tan singular. La recuerdo muchas veces
saliendo de casa corriendo a coger el autobús –la parada estaba a escasos
metros de casa- y gritando con la mano en alto:
-¡Conductorrrrrrrrrrrrrrr!
Justo cuando
el autobús emprendía su marcha aparecía mi madre buscando que se apiadara de
ella y le abriera las puertas. Algunos frenaban y la dejaban subir, otros huían
de ella porque ya la conocían y querían que aprendiera una lección, pero esta
es una cadena y ella no tenía nada que aprender, ya que seguramente lo había
heredado de su padre o de su madre. Mi padre no la esperaba, él ya había salido
de casa una hora antes y había subido al autobús anterior, así que luego cuando
se encontraban se tiraban un rato discutiendo sobre llegar tarde o temprano.
También heredé de mi padre el llegar temprano, así que con las personas que no
me exigen tanta ceremonia de acoplamiento con los relojes, pues con esas suelo
llegar temprano, porque yo suelo intentar que este maleficio se deshaga, aunque
no siempre lo consigo.
Pues bien,
ese día Imma me había dicho que el encuentro entre las mujeres que querían Celebrar la Paz era a las 12:30, y allí
nos presentamos y ocurrió que precisamente a esa hora era cuando terminaba el
evento, así que llegamos tarde para el evento, pero no para la hora que
creíamos que era cuando se celebraba, es decir, que nos perseguía la maldición, pero tuvimos la bendición, ya
que pude saludar a mucha gente que estaba celebrando aquello, que estuvo muy
bien, la gente iba con flores y se leyó un manifiesto muy hermoso con buenos
deseos y había un ambiente muy bonito. Pero Imma no aparecía por ningún lado,
ni tarde ni temprano y ahora que se había roto una pierna y andaba en silla de
ruedas, pues yo suponía que llegaría más tarde aún, pero yo estaba dispuesta a
armarme de más paciencia que Santo Jo y a celebrar con ella y su familia el Día de las Madres, como así fue.
Aprovechamos la espera mientras nos sincronizábamos con los teléfonos dónde quedar,
ya que los sitios que nos apetecían estaban llenos por ser ese día. Mi hija y
yo visitamos el barrio de Cimadevilla y nos hicimos fotos. Encontré una
camiseta en una tienda de recuerdos para Pepe, mi personaje imaginario y la
metí en la cámara para colgarla en su post. Otra amiga –que había organizado el
evento de mujeres en paz- andaba buscando a Imma por el barrio y no daba con
ella, así que nos juntamos en una calle a ver si aparecía por algún lado. Un
restaurante se apiadó de nosotras y nos sirvió la comida. Hice fotos del
encuentro, de la comida. Me encanta hacer fotos de lo que comemos, nunca se me
había ocurrido antes, pero a veces los platos me parecen obras de arte. Los del
cumpleaños de mi tía Marta son preciosos, los platos son gigantescos, parece
que no te vas a acabar lo que contienen y es así, ya que nos llevamos en un
taper lo que nos sobró en la comida de Los
Nogales, donde siempre nos invita mi tía Marta a comer.
Bueno, pues
el Día de las Madres acabamos tomando
el café en las terrazas del Náutico, bueno yo tomé té, que es mi bebida
favorita y mientras lo hacíamos y después de un día inestable, con viento, sol,
lluvia y de todo apareció en el cielo ese hermoso arcoíris, que fue un regalazo
que no tiene tiempo de espera, ni dedo acusador, aunque parece un reloj
señalando las nueve y cuarto. ¿Qué acontecimiento mágico ocurrirá a esa hora?
Mi madre nació antes de tiempo, era sietemesina. Dice Jodorowsky en su libro "Metagenealogía" (Ediciones Siruela):
-El nacimiento prematuro puede llegar a engendrar una gran debilidad existencial, una impresión de no estar nunca preparado y de correr el riesgo, sin cesar, de verse expulsado de todos los sitios. Al no llegar nunca a tiempo, estas personas tienen grandes dificultades para concluir su trabajo o su obra. Y eso, igualmente, puede dejar como secuela una insatisfacción crónica vinculada a una gran dependencia, un recuerdo de la época en la que el bebé demasiado débil como para sobrevivir, habría tenido que recibir cuidados intensivos, aunque inadaptados a sus reales demandas existenciales.
-Un parto tardío en el que el bebé, demasiado grande, ha visto desaparecer el líquido amniótico hasta el punto de nacer deshidratado y medio consumido, generará en él una persistente rabia, una manía a llegar siempre tarde y también la fobia a quedarse en algún lugar que, como un útero materno, podría convertirse al final en una dolorosa prisión para él. Esta reclusión inicial en el seno materno puede engendrar un notable temor al compromiso, así como una serie de problemas físicos en los hombres, como dificultades de erección o eyaculación precoz vinculadas a un gran terror al vientre materno.
Mi madre nació antes de tiempo, era sietemesina. Dice Jodorowsky en su libro "Metagenealogía" (Ediciones Siruela):
-El nacimiento prematuro puede llegar a engendrar una gran debilidad existencial, una impresión de no estar nunca preparado y de correr el riesgo, sin cesar, de verse expulsado de todos los sitios. Al no llegar nunca a tiempo, estas personas tienen grandes dificultades para concluir su trabajo o su obra. Y eso, igualmente, puede dejar como secuela una insatisfacción crónica vinculada a una gran dependencia, un recuerdo de la época en la que el bebé demasiado débil como para sobrevivir, habría tenido que recibir cuidados intensivos, aunque inadaptados a sus reales demandas existenciales.
-Un parto tardío en el que el bebé, demasiado grande, ha visto desaparecer el líquido amniótico hasta el punto de nacer deshidratado y medio consumido, generará en él una persistente rabia, una manía a llegar siempre tarde y también la fobia a quedarse en algún lugar que, como un útero materno, podría convertirse al final en una dolorosa prisión para él. Esta reclusión inicial en el seno materno puede engendrar un notable temor al compromiso, así como una serie de problemas físicos en los hombres, como dificultades de erección o eyaculación precoz vinculadas a un gran terror al vientre materno.
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