Infiel

Yo le estaba llorando, yo le echaba de menos, me lo iban a quitar de mi presencia, se iba a marchar de mi vera. Yo le lloraba con toda mi alma, porque estaba muerto, calcinado por la electricidad, por aquella descarga eléctrica que lo dejó sin vida. Y me lo trajeron muerto, aquel hombre joven que me amaba y que era el padre de mis hijos, la corriente amarga se lo llevó, como si fuera un río envenenado de sangre, me lo dejó sin vida, sin esperanza, sin ilusiones. Velábamos su cuerpo, rezábamos sobre sus restos jóvenes y yertos. Yo estaba como sonámbula, yo ya estaba en el otro mundo con él, yo no me quería quedar en este, quería irme con él porque él era mi vida y ahora estaba muerto, negro, quemado, deforme, él era otro, la muerte lo había vestido de luto con la descarga eléctrica…
Una amiga vino a sacarme de mi mundo de tinieblas:
-Deja de llorar tanto por este hombre, te la jugaba con otra. Desde hace un tiempo se entendía con la farmacéutica.
Yo nunca había notado nada. El siempre fue un hombre cariñoso y atento, nunca había notado nada, era un buen padre, era un buen marido, nunca había notado nada, no puede ser, era un marido normal, salíamos a pasear, nunca faltaba en casa, me entregaba todo el sueldo, me hacía regalos, yo nunca había notado nada, no me faltó nunca al respeto, ni una mala palabra, yo nunca había notado nada, era un hombre corriente, era respetuoso con sus padres y hermanos, yo nunca había notado nada…
El mundo se derrumbó a mis pies. Tuve que dejar de llorar, ya no podía llorar por lo que lloraba, ahora tendría que llorar por otra cosa, por otras pérdidas, ya no lloraba por ese hombre, lloraba por otro, yo no conocía a ese ser traicionero y estaba muerto, muerto como mi dulce pájaro de juventud, muerto como mis ideales, muerto como nuestro amor, muerto como mi vida, muerto como mi ser, como mi alma, como mi corazón, muerto como mi cuerpo. Yo estaba muerta y quería irme a un lugar en el que él no estuviera, donde él no hubiera existido nunca, donde yo no le hubiera conocido.
Dejé mi trabajo como encargada de una tienda de ropa y me sumergí en el submundo del prozac, allí mi mente acorchada, adormecida, aletargada, abducida por los fármacos no me dejaba pensar, ni llorar, ni gritar, ni vivir, allí flotaba porque el mundo no me interesaba nada si tenía que enfrentarme a una traición.
La farmacéutica le ponía todos los días una rosa en su tumba y yo le dije a mi cuñado que hablara con ella para que no lo hiciera. Ella obedeció sin rechistar. Esa rosa era una doble bofetada para mí, verla allí de aquella forma descarada, con ese rojo insultante…
Un día me di cuenta de que no estaba en este mundo, pero tampoco en el de él. Tiré las pastillas y me dispuse a vivir. Un hombre comenzó a pretenderme. Me dijo que estaba separado, que no se llevaba bien con su mujer, pero que vivían en la misma casa por problemas económicos, pero que no tenía nada con ella, que eran como hermanos. Esta mujer me llamó por teléfono una vez y me dijo que qué estaba haciendo con su marido, yo no quise hacerle caso, ya que él me había dicho que no hacían vida marital, que sólo me quería a mi…

Comentarios

  1. Felicitaciones esta lindo tu blog sigue adelante, por lo general te leo por el rss por el celular y ellos no te permiten dejar comentarios.
    Sigue escribiendo así!
    Azucena

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  2. Muchas gracias, es alentador que me lea una muchacha de tu edad, pienso que mi blog puede interesar más a gente de mi edad, aunque cuando escribo no tengo edad. He mirado tu blog y me ha gustado mucho, me gustaría seguirte, pero no sé cómo se hace, pues no lo tienes configurado como el mío, de todos modos entraré de vez en cuando a leerte.
    Un saludo cariñoso

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