MI PADRE



Hoy hace 11 años que mi padre se fue para habitar en otro plano. Tuve que mirar la fecha en su esquela, pues no la sabía con seguridad, es decir, no sabía el año exacto.
Mi relación con él estaba plagada de desencuentros, porque era un padre distante, pero que siempre estaba ahí para socorrerme. Algo extraño y contradictorio. He buscado una foto para recordar este día sellado por la nostalgia y me he puesto a llorar al verla, porque me hace tomar conciencia de que su amor hacia mí lo proyectaba en mi hija, me daba su amor a través del amor que sentía por mi hija, como si amara a mi niña interior y siempre quisiera protegerla, estar todo el rato diciéndole que no corriera, que se iba a caer y yo queriendo correr como las demás niñas, queriendo saltar los obstáculos que la vida me ponía por delante. Lo veo tan feliz en esa foto, tan lleno de amor hacia la niña, que no es para menos, porque ella nos dio la vida que la muerte nos había arrebatado cuando mi hermano murió. Mi padre llevaba a mi hija en brazos de continuo y yo lo regañaba diciéndole que yo no podía llevar a la niña en brazos tanto tiempo y que la estaba acostumbrando mal y yo no sabía en aquel momento que los niños y las niñas saben perfectamente quién puede cargarlos y quién no, tienen esa inteligencia natural que no sabemos cuando estamos aprendiendo a ser madres.
Los desencuentros con mi padre ocurrían porque él siempre me estaba poniendo de ejemplo a mis primos y primas, nunca me decía lo que yo hacía bien, siempre lo hacían mejor los demás y yo tenía una necesidad urgente de su aprobación que nunca llegaba. Así que las señales estaban en el amor a su nieta, que juraba cuando quería justificar algo que era la nieta que más quería del mundo, aunque era la única que tenía, pero puede que en otra reencarnación hubiera sido un abuelo de familia numerosa, eso nunca lo sabremos o cuando atravesemos el umbral, pues él nos explicará, o nos daremos cuenta de tantas cosas que sólo podemos sentir desde la intuición o desde la fantasía…
Dentro de mí veo rasgos heredados de mi padre, como esa manera de aislarme, alejarme a vivir en mi cueva a pintar bisontes enfurecidos, también me da por atesorar cosas inútiles como bolígrafos que no tienen tinta, mantas de viaje que se quedan en casa, clavos que no encuentran paredes que horadar, palabras tristes que se quedan mudas, gritos que callan, tierra sin sembrar, abrazos presos, lágrimas secas.
Mi padre me quería, pero yo no entendía su forma de amarme, porque no me amaba como yo esperaba que me amara. El amor es muy extraño, es tan creativo, que cada día te enseña algo nuevo de la forma de amar de cada persona, porque aprendemos a amar cada día y con las premisas que heredamos de nuestra familia. Un día damos un salto cuántico y encontramos una fórmula para mostrar nuestro amor de manera más sencilla, más clara y aceptamos los fallos que reprochábamos en los que “no nos querían bien”, gritamos un ¡eureka! empático, porque tal vez elegimos a ese ser para descubrir en esta vida los límites que nos cercan como escudos invisibles. Estoy segura de que elegimos a nuestros padres y madres para evolucionar como seres de luz, por eso a veces es tan difícil la relación terrenal, tan imperfecta.


“Te lo juro por la nieta que más quiero en el mundo”

Comentarios

Entradas populares