BENIDORM



A falta de playa, buena es una piscina cubierta, con su silla hidráulica y todo para bajarme al vaso. No tengo quién me ayude a entrar y salir del mar, así que elijo piscina porque tengo que estar en forma. A la monitora la ha mordido un pez a la orilla del mar. Ahora ya no me entristece no poder bañarme en el agua salada.
 Mi compañera de habitación tiene restos visuales (no es ciega del todo) y por la noche las farolas despiden haces de luz como espadas que le hieren la poca visión que le queda. Lo que yo veo ella me lo anda. Las dos padecemos con la tiroides a cuestas. Ella hipertiroidismo, así que camina sin parar, no se cansa de andarlo todo, acaba agotada, yo hipotiroidismo, necesito que venga a buscarme por la tarde para salir a dar los paseos marítimos,  por mí me quedaba leyendo o viendo la tele, pero el mar nos llama con su canto de sirena.
Voy al paseo marítimo en una scooter alquilada con la que puedo corretear de principio a fin del trayecto. Nunca en mi vida había gozado tanto en un paseo, ni cuando mis piernas estaban mejor era capaz de alargar mis pasos respirando el aire del mar. Voy montada en mi moto  de mentira a velocidad de paseante y veo una mujer de casi 200 años tirando por un tacatá, escotada, con las señales del bikini pintadas de blanco, escotada como para una fiesta, enjoyada como La Perala, muchachos en traje de baño apretado, teñidos de rubio platino dan voces y escuchan música estridente en inglés con vasos de alcohol en las manos. En otra parte del paseo un grupo de jóvenes están sentados en una mesa de la terraza de un local y esperan a que la gente se agache para recoger unas monedas que han pegado en el suelo. Cuando alguien cae en la trampa, comienzan a gritar como locos, cual si se tratara de un coro, y la agachada se muere de vergüenza, la misma que a mí me da de ellos. El grito coral es en inglés. Se aburren en su país, aquí se entretienen con esa estupidez.
Riadas y riadas de gente, muchas tiendas donde comprar lo que no nos hace falta. Consumo del instante, perecedero, de usar y tirar. Me compré un anillo de brillantes que ya ha desteñido y que se engancha en toda la ropa.
Mi mejor experiencia es que he convivido con personas ciegas, ver la capacidad de lucha del ser humano y las ganas de vivir y pasárselo bien. Hay parejitas nuevas, que viven el amor de los 15 años y otras maduras que comparten el gozo del descanso y las vacaciones. En el hotel los camareros nos han dispensado toda clase de atenciones, sirviendonos la comida, a pesar de ser bufet libre y especialmente Hassan, el camarero marroquí, que nos cebaba como si nos fuera a vender al peso. Me despidió con un par de besos como si fuera su prima del pueblo.

Mi compañera de habitación me dice:
-Si yo viera como tú alquilaría un apartamento en Roquetas de Mar durante 2 meses.

-Si yo tuviera tus piernas iría a recorrer el mundo por la naturaleza salvaje. Le contesto.













Comentarios

Entradas populares