Taller de escritura-2




Seguimos en el taller de escritura. Esta vez la profesora nos propuso escribir la continuación del final de una historia, al igual que Jean Rhys hizo escribiendo "Ancho mar de los sargazos", que es la continuación de "Jane Eyre" de Charlotte Bronté. Nos dio como argumento el suceso que ocurrió con los mineros chilenos hace poco tiempo. Varias historias se entrecruzan. Dentro de la mina unos hombres esperaban su liberación en la oscuridad de la tierra, sus familias, amigos, esposas, amantes, madres esperaban afuera con las emociones encendidas. Podemos conocer sus vidas y sus circunstancias a través de la prensa. A mí me llamó la atención la del minero que tenía esposa y amante (se supo esto a raíz de que quedara atrapado en la mina, antes era un secreto, que tal vez algunos conocían a voces, no así la esposa, que siempre es la última en enterarse o que no quiere enterarse) y establecí un monólogo interno -mi estado emocional habitual- en el papel de la esposa. Me imaginaba a esa mujer llena de azarosas contradicciones, atacada por los sentimientos de la ira y envuelta por el secuestro de la traición, y esto es lo que me salió a borbotones:
Dentro de poco tiempo lo veré de nuevo. Estoy aquí, esperando a que aparezca elevado por ese artefacto que han diseñado para que lo suban del fondo de la tierra. He soñado todos estos días con verlo, abrazarlo, añoro su presencia, añoro nuestros días felices, nuestras noches de amor. Toda esta tragedia me hizo saber algo que mi corazón presentía desde hace tiempo, pues sus besos no eran tan cálidos ni sus abrazos tan apasionados ¡Maldito cabrón! ¡ Ojalá no pueda salir de la oscura tierra y se quede allí para siempre! ¿Cómo pudo hacerme esto a mí, a su fiel esposa, a la madre de sus hijos? ¿Cómo es que me tengo que enterar de su infidelidad ante el mundo entero, que todo el mundo sepa que me traiciona con otra, que comparte sus caricias con otro cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos con otra mujer? ¿Desde cuándo está con ella, desde cuándo goza de su compañía, de su cuerpo, de sus risas, de sus secretos, de sus preocupaciones? Mi corazón lo presentía hace tiempo, pero me engañaba a mí misma, no quería saber, no quería reconocer, no quería profundizar en esta herida que me atormentaba.
Recuerdo aquella vez que dejé en nuestra casa de la playa una bata de andar por casa que él me había regalado por mi cumpleaños, y un día le noté un perfume que no era el mío ¡Esa pelandrusca se había atrevido a poner mi bata y la había impregnado de un perfume barato comprado en los chinos! El no paraba de decirme que yo estaba loca, que era mi perfume ¡Menudo olfato tengo yo! ¡La llevaba a nuestra propia casa cuando no estábamos mis hijos y yo con él y gozaba con ella en mi propia cama! ¡Qué vergüenza! ¡No quiero que suba, que se quede en el fondo del pozo, que purgue sus pecados, que se muera de pena, de oscuridad, que se hunda en la miseria, que no tenga paz en mil años! ¡Ay, Dios mío, pero si yo quiero a este hombre con todo mi ser! Estoy loca por verlo, por abrazarlo, quiero sentir de nuevo su calor, olerlo, tocarlo. Quiero olvidarlo todo y empezar de nuevo. No puedo vivir sin él. Era tan feliz cuando vivía en la ignorancia, cuando no sabía nada de esta traición, de este desengaño. ¿Qué le da la otra que no le dé yo? Le he entregado mi vida, mi juventud, mis esperanzas, mis ilusiones, estos hijos hermosos que tuvimos, todos los proyectos que iniciamos juntos, todas las alegrías que compartimos ¿Qué le dirá a la otra de mí? Porque ella sí sabrá que yo existo, la que sé ahora que ella existe soy yo, pero antes no lo sabía… ¿Le dirá que yo no le comprendo, que no lo amo "físicamente" lo suficiente, que ya no hay pasión en nuestra cama? ¡Maldito embustero! Me decía que me amaría siempre, que yo era la mujer de su vida, que yo era la mujer que más había querido, pero que yo era también la que más cojones le había echado (a veces me atrevo a poner límites, como cuando le dije que si no dejaba la bebida no podíamos seguir juntos a eso le llamaba él echar cojones y es que me engañaba con la bebida como ahora me engaña con ella y tomaba a escondidas sus tragos clandestinos, aparecían botellas escondidas en los lugares más extraños de la casa)
¿Será ella mimosa, indolente, una muñequita blanda y flexible?
Debe ser una muñeca hinchable.
¡Que disfrute de su impotencia!"

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