Arenas



Tu apellido está hecho de mar, de roca, de sal, de agua. Es la dureza derretida, es el filtro de los sinsabores, de los alquímicos buscadores de oro, el acompañamiento de las pisadas, la huella marina; está habitado por las estrellas, por caballitos, por corales, por sirenas -¡que se lo digan a Ulises!- que cantan.
Tu apellido va a las profundidades a buscar alimento para el alma, sube a la superficie a recoger el calor del sol. Hay un coro de cangrejitos que sale de dentro y que a veces te hace caminar hacia atrás, pero sólo es para tomar impulso o para activar la moviola de tu espontaneidad indeseada.
Tu apellido se desliza entre los dedos, se escurre porque lleva también agua de río, y, entonces, fluye, fluye para encontrarse contigo, con tu esencia.
Tu apellido es un granito en el que empiezan todos los cimientos de la vida, todos los castillos...

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