EMMA ZUNZ



Resumen  de relato corto de Jorge Luis Borges:
Emma recibe una carta, una carta de letra desconocida. Le comunican la muerte de su padre, que se suicidó administrándose una sobredosis de heroína. Emma se siente culpable por la muerte de su padre. Comienza a rememorar vivencias y hechos cotidianos que compartió con él y su madre y se da cuenta de algo que ya sabía: la inocencia de la culpabilidad de su padre. En sus recuerdos aparecen las casas de veraneo, unos anónimos que su padre recibía. Todo se agolpa en su mente de tal modo que una idea fija la persigue: venganza. Lo planea todo para que salga perfecto, para tener una coartada: el culpable de la tragedia de su padre será su víctima.

Emma es una muchacha joven, posiblemente bonita (aunque sólo sea por su juventud), pero parece ser que rehúye a los hombres. En el ambiente donde se mueve todos conocen su impasibilidad ante lo masculino. este conocimiento de todos de su inapetencia será una coartada más fácil de llevar a cabo, de demostrar su inocencia y lograr sus propósitos de venganza.

Hay una huelga en la fábrica donde trabaja. La huelga es una buena excusa para lograr sus fines. Mientras tanto, su mente se encuentra en un caos, todo la atormenta, no sabe cómo comenzar.

Emma decide ir al puerto, un buen sitio para encontrar a un desconocido que la ultraje. Emma no sabe lo que son los hombres, cómo aman los hombres sobre un lecho, cómo desean. Emma pretende que un desconocido haga con ella lo mismo que su padre hacía con su madre. Lo encuentra, caminan juntos por un laberinto de puertas, de pasillos, de estancias extrañas. Se acuestan juntos. Cuando todo termina Emma siente asco y tristeza, piensa que todo ha sido un acto de soberbia. Se pregunta que cuál ha sido el fondo y el fin de la aventura.


En otro lugar del relato hay un hombre que llora con desesperación la muerte de su mujer, que le ayudó a sobrevivir económicamente. Es un ambicioso del dinero (para él lo más importante en este mundo). Se trata de la víctima de Emma. Espera por ella para hablar sobre la huelga. Emma aparece para cumplir su venganza. Le dispara varios balazos y lo mata. Declara que él la violó y tuvo que defenderse. En su voz, en su emoción todos creen: la coartada ha sido perfecta

PLAGIO.
Me he levantado hoy recordando las veces que nos han estimulado negativamente por algo que hemos hecho mal, o por algo que no aparentaba ser obra nuestra. Esto viene a cuento porque en cierta ocasión un profesor de literatura nos dio a cada alumna un texto para que hiciéramos un resumen. A mí me tocó un relato corto de Jorge Luis Borges. Cuando el profesor leyó mi resumen me preguntó que si lo había copiado. En aquellos tiempos no existía “El rincón del vago” u otros artilugios para salir del paso en las tareas escolares. No sé si habría libros publicados con resúmenes de relatos cortos, es decir, resumen corto de relato corto. El caso es que   me agradó en cierta manera que me dijera que si era copiado, aunque no sé qué pensar, si él creía que yo no era capaz de escribir aquello, bueno, da igual, lo guardé como un trofeo y ahora lo dejo aquí para que conste. Lo miro y lo remiro y me gusta. Mi pequeña vocación de escritora siempre se manifestó por las innumerables cartas que escribí y a las que poco contestaron: siempre era yo más prolífica que los receptores de mis misivas, me da igual, escribir es un placer para las manos y para el cerebro y suele ser un acto solitario, una especie de meditación, con sus silencios, sus pausas y esa respiración acompasada con los sonidos que las musas y tecleo te regalan en forma de música alegre y solitaria.
El otro recuerdo fue un relato de mi hermano. Le encomendaron hacer una descripción de un caballo (¡lástima que no tenga la copia!) y al parecer al cura que lo tuvo que evaluar le pareció un plagio. Le dibujó un gran monigote rojo encima de lo narrado y en palabras bien grandes: ¡A COPIAR A RUSIA!. No sé qué tendría que ver Rusia en la parafernalia del copiado, tal vez era una comparación con los espías, que querían saber de nuestros inventos, de aquello que guardábamos con tanto celo para que no se difundiera. Igual lo pensaban deportar a ese país bolchevique, donde iban los ateos y los copiones, como si fuera ir al infierno. El caso es que mi hermano ya no volvió a escribir más. ¿Qué hubiera ocurrido si le hubiera estimulado a seguir escribiendo? ¿por qué había, entonces, esa costumbre maldita de frenar la creatividad, de acotar tus pasos?
Muchas veces me mueve ese afán de superación, a pesar de las críticas, me importa un bledo es a veces mi frase de cabecera, pero reconozco que sí me importa, la gente crítica ejerce sobre mí una influencia nefasta, sólo que me provocan compasión. Todo aquello que critican de los demás se lo están robando a sí mismas, a su parte creativa, a la manera de acompañar a los demás en este camino de andar juntos buscando la felicidad.


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