Recital de poesía



El Jueves 20 de mayo dimos un recital de poesía en el teatro Riera de Villaviciosa el grupo "la Barraca", al que pertenezco. Era un homenaje al cantautor argentino Rafael Amor.
La idea era formar el escenario entre todos poco a poco. Yo siempre estaba sentada en un banco y se suponía que era una escritora que estaba en el parque observando a la gente que paseaba, que eran todos los rapsodas y que ellos me inspiraban para encontrar los personajes de las historias que debería escribir. Los rapsodas iban apareciendo y dejaban sus voces en el escenario con la riqueza de los distintos matices de su voz y sus sentimientos. Yo observaba y tecleaba. En todo momento me sentía acompañada por el grupo. Ellos estaban detrás del escenario y yo los sentía a mi lado, apoyándome, esperando a lanzarse con el sentimiento. Cuando llegamos al teatro nos movían un poco los nervios de los últimos ensayos, de los preparativos para salir a escena, de que todo estuviera dispuesto, aunque no pretendíamos que fuera nada extraordinario, sólo transmitir el sentimiento. Hay algo muy profundo en la transmisión del arte en grupo, las energías se mueven como algo más grande y sólido, nos apoyamos unos a otros, somos uno en pequeñas partículas, desaparecemos como individuos y somos una sola cosa maravillosa que se llena de sentido y de fuerza. Cuando acaba el recital nos abrazamos y nos felicitamos. Parece que los poemas son nuestros, que los hemos escrito la noche anterior después de un sueño inspirador. Parece que el autor ha entrado por nuestras venas, corre por nuestra sangre y nos llena de emoción. Después de recitar poesía en grupo ya eres otra persona, eres distinta a cuando entraste en el escenario, formas parte del alma del grupo, eres una con el grupo. Y el sentimiento es tan grande que te parece que otra vez estás en la infancia llena de sueños por llegar

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