Napo


El lo llamaba “El gato con calcetines” y es porque sus patas eran de un color oscuro y su cuerpo de un color clarito, canela. Era un gato siamés y se llamaba Napo. Se lo regalé a mi hija cuando su padre se marchó de casa. Era un gato cariñoso, dependiente, siempre encima de ti. Cuando me ponía a escribir en el ordenador, aquí estaba él subido a mis espaldas para verme teclear. A veces tenía que sacarlo de encima y cerrar la puerta para que me dejara escribir. No sé por qué dicen que los gatos son distantes e independientes, porque los míos suelen ser muy hospitalarios y confiados, incluso con gente que entra nueva en mi casa ellos confían y se entregan. Mi gato se ha ido al cielo de los gatos y yo quiero agradecerle desde aquí todo el tiempo que me ha acompañado, todas las veces que me ha dado su cariño, su calor, todas las veces que he podido llorar a solas contándole a alguien mi pena sin sentir vergüenza, todos los gestos inteligentes levantando su pata para pedirme algo o maullando para pedir comida para la otra gatita que tengo. Cuando conté en la asociación el día de la costura que mi gato era para mí como un hermano me dijeron que estaba loca, bueno me lo dijo quien no tenía gato y no podía sentir lo mismo que yo. Sentir a un ser vivo como tu hermano es como sentirte unida a los indios nativos americanos, a los que dejaron sin sus tierras siendo habitantes de ellas por cientos de años y tu corazón está cerca de ese dolor y esos indios están a miles de kilómetros de ti, pues yo siento a mi gato hermano de corazón a corazón, de alma a alma. El otro gato que tuve lamía la cabeza de mi hija cuando yo le daba de mamar a la niña ¿Se puede ser más amoroso en esta vida? Los gatos son sagrados –ya lo decían los egipcios- y te protegen el corazón, porque una mascota te permite ser niña todo el rato, mientras puedes manifestar emociones cáildas, donde no todo está perdido, porque está dentro de ti y él te ayuda a manifestarlo.
Dicen que los animales prefieren morir solos, pero nosotras no entendíamos de eso y todo el rato lo estuvimos acompañando en su agonía, tampoco quisimos que el veterinario le pusiera una inyección para quitarnos de encima el dolor por su pérdida. Lo acompañamos hasta el último momento y lloramos porque se iba, pero yo sé que ahora él está en un lugar seguro, maullando de alegría porque está en paz.
Gracias, Napo, por todo tu amor.

Comentarios

  1. Hola, Leonor

    Qué bueno que tuviste la dicha de tener un gatito a tu lado, y qué pena lo de su pérdida, pero ambos sabemos que seguramente está en un bonito lugar.
    Escribes bonito. Bye
    Francisco

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares