Sergei Wasiliev


Antes de venirme a vivir a Villaviciosa yo vivía en una casa en el centro de Gijón que estaba habitada por el fantasma de un dentista que antes había tenido en ella su consulta. La casa era muy grande, estaba dividida en dos partes y la otra parte la habitaban un despacho de abogados. En la parte donde residíamos nosotros las ventanas no daban a la calle, sino a un patio alto por donde asomaban las chimeneas del edificio de correos. Eran unos ventanales inmensos, la zona de la galería. Cada vez que abría las ventanas para ventilar la casa el gato se me escapaba y volvía negro como los hollines que se desparramaban por el patio, entonces, yo tenía que lavarlo. pues era blanco y negro y su parte blanca se volvía como su parte negra. Me gustaba mucho aquella casa, la tenía decorada muy bonita con cuatro cosas sencillas y con unas lámparas que bajaban del techo que había adquirido en un bazar donde estaban liquidando los restos de su naufragio.
Todas las mañanas, antes de ir a trabajar, bajábamos a desayunar a una cafetería que también vendía prensa, que había debajo de nuestra casa donde hacían galletas al momento en un horno preparado para ello. A mí siempre se me iban los ojos detrás de alguna revista, las revistas siempre han ejercido cierta fascinación sobre mí (ahora ya no tanto, pues si fuera así me echarían de casa de tanto acumular papel) y los ojos se me fueron sobre una revista de fotografía, me llamó la atención por lo que vi en su contenido: Las fotos de este fotógrafo ruso, donde se ven madres embarazadas y niños flotando en el agua. Las he tenido en la pared de mi casa enmarcadas, enfrente de mi cama, estas fotos me han acompañado muchos años, las miro y siguen fascinándome como aquella mañana hace más de veinte años en que decidí comprar la revista. Los niños y las madres flotando dentro del agua me parecen geniales, pero la foto de las mujeres preñadas me parece sublime, esa la tengo en mi habitación colgada de la pared y siempre que la miro me parece nueva y sugerente. Me sugiere esperanza, creatividad, calma, paciencia, amor, sensibilidad, belleza...
He tratado de buscar imágenes de este fotógrafo por internet, pero de momento no doy con nada, seguiré en mi empeño y aparecerá, estoy segura.
Este es el artículo escrito en la revista por Josep M. Ribas i Prous:

1 Sergei Wasiliev, el rostro humano de la URSS, por Josep M. Ribas i Prous

Uno de mis más fructíferos contactos en la Unión Soviética, fruto de mis viajes, lo constituyó mi amistad con Sergei. Su humanidad es tan profunda, su sensibilidad tan ingenua y sutil, típica del alma de los pueblos eslavos, que el reflejo que muestran sus obras no puede ocultar mentiras ni sofisticaciones en torno a uno de los temas por él preferidos: la mujer. Apasionada su simplicidad, su ternura y su claro deseo de prescindir de tecnicismos que, de seguro, destruirían el encanto de sus obras. Su comunicación con el personaje es total, integrado por su enorme vitalidad a la escena no como mero espectador, sino como partícipe de las emociones del protagonista. Sus temáticas, escenas diarias de la vida de sus amigos, desde la muchacha joven que tiende la ropa en la terraza de un bloque de viviendas, pasando por transmitir las alegrías y juegos de unas chicas, desnudas en una sauna, o bien las imágenes de un escultor conversando con su joven modelo..., o de una pareja que acude a la maternidad para dar a luz en un día nevado.., o las presentes escenas de niños en una piscina, donde discurren felices por las profundidades, como si del seno materno se tratara... Es un claro reflejo del profundo sentir, apasionado y tremendamente espiritual del pueblo ruso, que siempre impresiona y resulta novedoso a cada paso. Sencillez, siempre combinada con algo muy importante: humanidad. Creo con sinceridad que si existe un acierto técnico en la obra de Wasiliev, es precisamente esta ya manifestada y reiterada voluntad de ser un autor conscientemente antitecnicista, que suple este aspecto meramente artesanal por un clima de espontaneidad y emoción.
A modo de historial, y a grandes rasgos, Wasiliev nace en la República Socialista Soviética Autónoma de Chuvasia, hijo de una famffia numerosa, de la que más tarde, y debido a la guerra mundial, falta el padre. Una vez finalizada la guerra, busca trabajo en la reparación de vías de ferroca rril

El servicio militar lo lleva a Cheliabinsk, donde al término de la mili trabaja en la construcción de una fábrica de tuberías. Al finalizar esta ocupación —y con un carnet del partido en el bolsillo—, el joven Sergei se hace policía..., termina sus estudios en Moscú y asciende a capitán inspector... De pronto, contempla las posibilidades del mundo fotográfico e ingresa como reportero en el nuevo periódico Vespertino de Cheliabinsk. A partir de este momento, hace del reportaje gráfico el principal motivo de su vida.
Presidente durante muchos años de la Delegación de la Unión de Reporteros de la URSS en Cheliabinsk, colabora en gran número de exposiciones internacionales de prensa fotográfica especializada. Ha alcanzado multitud de éxitos, de los cuales destaca la Medalla de Oro en el INTERPRESSFOTO-79 de La Habana. Una especie de premio Pulitzer del bloque del Este. También ha efectuado importantes muestras personales en Sofia, Rostok, Vilna, Cheliabinsk, República Alemana Democrática, Holanda, Bulgaria, Checoslovaquia, Yugoslavia, Polonia. Sus fotografias aparecen publicadas en la prensa especializada desde Escandinavia hasta Australia.
Mi homenaje más sincero a la profunda humanidad que transmite Sergei Wasffiev con su obra, la cual, a partir de este año, podrá ser admirada personalmente por el público español, y de la que hoy tan sólo ofrecemos una modesta parte. por limitación de espacio. Deseo desde el fondo del corazón que Sergei se dé la vuelta, después de su pasajero entusiasmo por el naturalismo fotográfico, y pueda contemplar el caluroso panorama que discurre
—preocupado— a su espalda, para continuar ofreciéndonos tan bellas imágenes de ios personajes de su particular y estimulante mundo...


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