Vladimir Mayakovski


Vladimir, tú escribiste sobre la piedra y la llamaste carbón,
escuchaste la lluvia y dijiste tormenta,
el amor no complació tus deseos,
los abanicos te dieron calor,
pero todos los años de su vida,
ella,
Tu Vida,
recibió un ramo de rosas,
las rosas de Mayakovski,
como una eterna sonrisa
de sangre y de pasión,
una sonrisa encaminada hacia lo felíz,
lo inalcanzable de
Vladimir Mayakovski.

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