Carta de amor



Querido Amor mío: Vengo a despedirme de ti, para dejarte todo el amor del mundo, el que te
mereces y yo no puedo darte. No quiero quedarme con nada, sólo, en tal caso, un poquito para
regenerarlo: Lo planto y vuelve a crecer, eso es, me quedo sólo con la semilla del amor y a ti te
dejo la planta entera. No quiero entristecerte, ni que llores por mi causa, pero si crees que yo
tengo toda la culpa, pues también te dejo que me la eches, tal vez te hace más falta que a mí
cargar sobre tu espejo aquello que no eres capaz de ver en ti.
Te dejo el amor que necesites, porque agradezco tu calor y tus abrazos. Creo que nadie me ha
dado tanto calor humano, físico, pero no puedo con tus rencores. No soporto que continuamen-
te hables del rencor, del despecho, de lo mucho que te deben, de lo mucho que has dado, no
entiendo el rencor si hace tanto daño. No puedo con ese amor -¡ya me gustaría a mí saber lle-
varlo!-, porque no soy tan buena ni tan lista, ni tan astuta como para saber mantener a mi lado a alguien que me acompañe en este azaroso modo de vivir que Dios me ha preparado.
Así que déjame avasallarte con mi alegría, que quiero llenarte de esperanza, regalarte un ramito de risas, una maceta de canciones, un hermoso ramo de sonrisas encarnadas, déjame
contarte que no todo está perdido, que me puedes contar lo que te falta, déjame acompañarte 
en la niebla  para encontrar la salida a tientas y ver la luz que nos espera. Déjame
sembrar la melodía que sale del brillo de mi mirada, para que sepas que no estás solo, que sólo tu niño felíz es que está dormido.
Siempre estoy escribiéndote cartas, cartas que me liberan de mis demonios y de mis hadas,
cartas que sacan lo mejor y lo peor de mí, que me convierten en un hada que toca siempre lo
dorado o en una bruja que desdibuja lo fúnebre y triste: Todas soy yo en mis cartas, que
siempre esperan un buzón mágico que las contenga, una mirada honesta que las busque para
dejarse sorprender por las nuevas noticias, una leyenda urbana que quiere propagarse por la
aldea. Soy una carta llena de historias y cuando dejo de escribir y no tengo ni sobres, ni sellos,
ni lacre para dejarlas en secreto entre sólo el destinatario y el remitente, me quedo como triste
pensando que se me ha acabado la inspiración.
Mi mayor inspiración siempre fue aquel chico que me escribió la primera carta de amor, una
carta pensada en árabe, traducida al ruso y después al español, una carta preciosa que decía
palabras hermosas dedicadas a mí. El y yo nos habíamos conocido en un hospital de Moscú,
donde yo estaba ingresada para operarme de mi pierna y él hacía las prácticas como estudiante de medicina. Los dos teníamos veinte años. Su carta decía así:
“Querida Estrella, Estrella de Verano:
Estuviste aquí sólo algunas semanas, pero dejaste conmigo lindos recuerdos. Era verano, pero
la nieve lo eras tú. Ya lo decías en tu carta: “Yo no olvidaré aquel tiempo y a mis amigos que
dejé”. De igual manera te afirmo que tú te depositarás en mi corazón para siempre.
Estrella, ¿Sabes qué es lo que más deseo?, sí, ver tus ojos, esos tus brillantes ojos... y
conversar contigo y más y más quisiera comprenderte. Tú sabes... más que nada hablamos
con los ojos y los dedos, pero nos faltaba hablar con el idioma y el corazón. ¿Sabes tú cuán
difícil me es el escribirte? ¡Oh, qué difícil! Pensar que hubiera podido escribir para ti un tomo
completo en mi lengua natal, el árabe, pero desgraciadamente no comprenderías y he recurrido
a mi apreciado y querido Ernesto y por intermedio suyo expreso lo que tengo en mi alma para ti.
Estrella, leer tu carta fue un orgullo y una emoción para mí, porque comprendo lo que sientes
en este nuevo periodo de tu vida en el que quisieras construír lo mejor para ti y los demás. Es
un orgullo porque quieres luchar y la lucha viste la existencia de la humanidad. Ella es la que
anima la existencia y aquella que ha engendrado al hombre. La vida continúa y con ella llegan
nuevas experiencias. Hay muchas amarguras, dolor, llanto, pero también felicidad. a veces
se reniega de la vida, pero ¿Por qué? ¿Acaso para el hombre lo mejor no es la vida?. Tú, Estrella, amarás la vida como ama la gaviota al mar. Te has de convertir en lo mejor, con tu
risa, con tus sentimientos, con tus lindas palabras.
Estrella mía, ¿Sabes qué quiero?. Quiero conseguir un carpintero que hará dos alas y volaré...
volaré...volaré hasta encontrar Gijón y pedir a tu mami un vaso de agua helada y además verte
y decirte: “¡Estrella mía, oh, cómo te amo...!, sólo que mañana será domingo y la carpintería
estará cerrada.Qué importa esto si algún día en este hermoso mundo nos encontraremos y
entonces, sí, diré: ¡Estrella mía, cómo te amo!
Mílaya, la vida de maravillas, los exámenes a las puertas y para ello lentamente nos preparamos con la esperanza de que saldremos bien.
Todo marcha sobre ruedas. En verano tendré práctica, pero no se podrá comparar con la mejor
de mi vida, cuando te conocí.”
Y aquí sigo yo, mi amor, con mi risa, con mis sentimientos, con mis lindas palabras, con mis
veinte años por dentro, con todo mi amor:

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