Soliloquio


Estoy un poco acelerada. Las palabras me salen tan a borbotones que se me atragantan en la mente, la mente hay que llenarla con cosas alegres, con palabras alegres. Me gustó lo que dijo el otro día un tenor por la radio, dijo que él tenía dentro de su cabeza una melodía, pero que no sabía dónde se encontraba esa melodía, que todavía no la había encontrado fuera, pues para eso estaba la melodía, para alimentarlo de alegría. El domingo yo estaba amasando croquetas y escuchando la radio -música brasileña- y el locutor pronunciaba el brasileño con gran musicalidad, sabía mucho de música brasileña:

Mientras amasaba las croquetas se me figuraban como pequeños penes, sí, parecía que amasaba pequeños penes (ahora estás erecto, ahora no lo estás) y el locutor esgrimía que la mejor canción en brasileño era una que en su letra expresaba: “Quita tu sonrisa del camino que quiero pasar con mi dolor”, es precioso, pero suena triste, a la gente le falta esperanza, a los penes chiquitos les falta esperanza si no se ponen erectos. Hoy había mucha gente empingorotada por La Villa, la que va siempre de chandal estaba vestida de etiqueta. ¿Por qué se reúnen el alcalde y los de su grupo político? Bueno, será para empezar la campaña electoral. Ese hombre que me compró 44 cupones (tal vez como los años que a él le gustaría tener para que su pene se llenara de esperanza) que venía con la chica joven, ¿serán amantes?, los hombres también tienen pitopausia, sí, claro, se echan una novia joven, se compran un descapotable rojo. “Quita tu sonrisa del camino, que quiero pasar con mi dolor”, se me va a olvidar la frase si no la escribo, la estoy escuchando en mi cabeza y no me va a dar tiempo a copiarla. Tengo las manos llenas de masa de croquetas y entre que las lavo y las seco se me va a olvidar la frase. Parece que tengo una frágil memoria, pero esto no lo olvido, me gusta mucho.

Se me ocurre que si de repente les digo a mis compañeras del Taller de Escritura que soy de otro planeta, por ejemplo, les diría: “Quiero confesaros un secreto: soy de Venus”, Y otra se levanta y me dice: “Yo también” y asi todas se van levantando lentamente y confiesan su secreto de que son de Venus. Menos una que dice: “Yo soy de La Luna”.

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