Enramar


La víspera de San Juan me dispuse a ir a la Casa de Encuentros de Mujeres para preparar las flores y las ramas que iban a engalanar las fuentes de Villaviciosa. Por la mañana le dije a María que me comprara flores en la Plaza para contribuir con ellas en este acto. Tratábamos con ello de recuperar una tradición que se había perdido, que no se practicaba desde hace años en este pueblo. Al llegar a casa del trabajo cogí las flores -que estaban en un florero con agua- y las puse en una bolsa de plástico y las metí en el carrito de la compra para poder transportarlas hasta la Casa de Encuentros. Cuando llegara a mi destino pensaba mandar unos mensajes por teléfono móvil a dos chicos, uno para felicitarlo por su santo y otro para saludarlo con ciertas claves eróticoamistosas . Saco la bolsa con las flores y veo que se derraman restos del agua que contenía el florero y que este agua se ha derramado sobre el teléfono móvil dejándolo sin pantalla para poder escribir nada sobre él. Esta era la primera señal que me mandaba San Juan cerca de su noche mágica: que dejara de tantos mensajes y que me fuera al grano. No pude escribir nada en unos días, así que decidí no escribir en el móvil y esto me está dando unas nuevas claves para actuar en mi vida. En la Casa de Encuentros el ambiente era especial, el suelo de madera estaba cubierto de flores y ramas desparramándose por el suelo. El sol entraba a borbotones por los hermosos ventanales de la sala, las mujeres estaban ilusionadas ensartando ramas y flores, agrupándolas en guirnaldas, en forma de corazones, ramos, estaban creando galanura para las fuentes y cada una admiraba lo que la otra conseguía. Extendieron un paño grande en el suelo y pusieron encima el enramado y lo bajamos para la entrada hasta que fuera la hora de partir al enramado. Nos fuimos al Café de Vicente a merendar y él nos hizo una pequeña entrevista para incluir un reportaje sobre esta actividad en su página web. Salimos de allí y nos fuimos a rodear las fuentes de las guirnaldas . Creo que fueron cinco fuentes. Yo no sé de dónde salían tantas flores y ramas, cómo mis compañeras habían trabajado tanto. Yo sólo colaboré con unas sencillas siemprevivas, porque al estar trabajando no tenia muchas ganas de ponerme a ensartar flores, además, no se me da muy bien. Apareció Luis Portal y él fue quien me dijo que eso no era engalanar, que era enramar, que así se decía en asturiano, pos vale, maestro. Seguimos subiendo cuestas y enramando. Nos parecía precioso, además, no llovía, todo el rato el bendito sol nos acompañaba hasta su misma puesta. Cuesta abajo por fin conocí "El Pingón", una vigorosa cascada que desemboca en un lavadero, ese lugar de encuentro nutricio para las mujeres de antaño. Algunas se quedaron en el camino, ya cansadas. Terminamos en el parque y le pusimos una guirnalda en forma de corazón a una cabeza de toro que hay en una fuente. Nos sentamos en un banco extenuadas de subir y bajar cuestas. Allí les dije que si querían que les leyera algo que había escrito el día anterior y me dijeron que sí, así que me puse a leer lo siguiente:
"Si nos dejamos llevar el río de la vida transcurre sereno para conducirnos por aquellos caminos que nos resultan fáciles de transitar. Sólo hay que dejarse llevar por su mano, dejar que te lleve suavemente, guiadas por esa luz que se vislumbra al final del camino, elevándote por encima de la caminata, sentándote en sus aguas como si tuvieras alas para nadar. Sé río, tú eres río y eres como su agua, tú eres vida y eres como su corriente. Tú y el río os fundís en un abrazo mojado, discreto, un abrazo encantado y perezoso que te envuelve. Eres agua, eres una sirena, eres un pez, un guijarro del fondo, eres barro, eres una con el río. La vida te ofrece la gracia de vivirla, ahí está dispuesta para ti. Sé curiosa, no dejes de indagar, no dejes cabo suelto, no esperes a que te lo solucionen, toma las riendas, desperézate, toma el sol, coge el velero. Embárcate."
Se emocionaron tanto que me aplaudieron.
Y nos fuimos para casa cansadas, pero contentas

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