Oxitocina

Tuvimos el taller de teatro. Era el último día. Jugamos a ser otras mujeres, pero en realidad éramos nosotras fingiendo que éramos otras. Porque esa de la ira también soy yo, sólo tengo que reconocerme, aunque a veces me reconozco en la otra y me rechazo porque no me gusta el espejo que me ofrece. Solté la ira y dije unas cuantas cosas cabreada, mientras los mosquitos me picaban -orden del director-, pues esa era la acción para que el texto adquiriera mayor fuerza y sentido. Me despaché a gusto. Nada como expresar el arte para eso. Hay que expresar el arte que llevamos dentro, dejar que salga nuestro lado salvaje, que está reprimido por las formas externas, por lo aprendido. Hay que andar nuevos caminos.
Cuando terminamos de sacar a esas mujeres que llevamos dentro nos pusimos a charlar de cosas íntimas, de sueños, de experiencias. El director se unió a nosotras en esas confidencias, era "una más" de nosotras. Estábamos todas felices, agradablemente acompañadas unas con otras. Era pura terapia de lavadero, sí, las mujeres generamos oxitocina cuando estamos juntas. Lo hacían nuestras antepasadas en el lavadero, no era un mero cotilleo lo que allí se fraguaba, era nutrición de género, era ternura, era acompañamiento, "yo estoy contigo y te comprendo, te pasa lo mismo que a mí y te entiendo" y nos fuimos para casa con el arte en vena.

Comentarios

Entradas populares