Amor Mío

Queridísimo Amor Mio:
Te escribo esta carta porque deseo profundamente que desaparezcas de mi vida en forma de obsesión.
Lo que quiero en realidad es tener un recuerdo sereno y dulce de ti, no fantasear más con que todo se arreglará y volverás a mí arrastrándote como una culebra y pidiéndome perdón. Porque no hay nada que perdonar, porque yo sé en lo profundo de mí que los dos somos responsables del amor que vivimos y que ahora se convirtió en desamor, pero que eso tampoco es verdad, porque nos seguimos queriendo en los buenos momentos que perduran en el recuerdo y que nos hicieron gozar y sufrir también a veces.
Mi terapeuta me ha aconsejado que te escriba esta carta como despedida y en una parte de ella yo debería insultarte y avergonzarte por tu mal comportamiento, pero si yo sé que elegí esta experiencia de vida para tenerla contigo, de nada me sirve insultarte si con ello voy a sentir que me estoy insultando y culpando también a mí misma porque eres mi espejo en este instante.
Cariño, te añoro profundamente. Te busco en todas las relaciones nuevas que emprendo, porque me dabas mucho, me dabas la ilusión de que podía vivir un amor maravilloso y eterno. Aunque no era cierto del todo, porque ese amor maravilloso y eterno sólo puedo vivirlo conmigo misma. Porque eso que estoy descubriendo de mí no lo puedo dar cuando tengo pareja, me vuelco en la exclusividad y el mundo se pierde esta estupenda persona que soy yo. Así que tengo que olvidar que me tengo que dar en exclusiva a alguien y vivir algo apartado, alejado, inanimado para los de fuera y vivido sólo con mi amor eterno. No, estoy ahora aquí llena de vida -como el significado de mi nombre- y dispuesta a comerme el mundo que está tan cerca, la tierra que está tan cerca, el cielo que está tan cerca. Y todo me habla como si fueras tú, como si tu presencia se hubiera quedado impregnando los lugares que visito, la tierra que piso, la lluvia que me moja, el aire que respiro. Te has desintegrado en mil partículas y estás diseminado por todas partes, eres el vivo amor que siento y no puedo hacer otra cosa que amarte a través de mí. A mí es a quien quiero y a mí es a quien debo recuperar, a mí es a quien debo cuidar, a mí es a quien debo el sentir los dones de la tierra, la bendición de la lluvia, los susurros del viento, los colores del arcoiris, los cantos de los pájaros. Estaba muerta y he resucitado. Yo misma me he dado el beso para despertar de estos cien años de soledad. Y la princesa bella durmiente está dispuesta a andar por el bosque, a pisar la tierra, a buscar los claroscuros, a entrar en otro sueño.
Te amaré en todos los hombres nuevos que entren en mi vida, pero sobre todo en todas las mujeres, porque ellas serán yo, a la que tengo que amar por encima de todos los seres humanos para no mendigar, para no pedir, para no fantasear, para no engañarme, para no reprimirme, para no falsearme, para no odiarme. Me diste un gran amor y me quedo con él para siempre. Es con eso con lo que me quiero quedar: con un gran amor por mí misma, para no ser una carga para nadie, para compartir mi alegría, que me sale a borbotones, para no ser dependiente, para no esperar, para seducir con la mirada, con la sonrisa, con los juegos de palabras, con las carcajadas, con el silencio y la escucha, con el compartir, con la serenidad, con la abundancia, con la generosidad, con el comprender. Te amo para siempre porque me amo para siempre, porque estoy en esta lucha de aprender a quererme para aprender a querer a los demás. Y sé que a veces daré unos cuantos pasos para atrás. Actuaré como el avestruz y me recogeré, otras seré águila y plegaré mis alas y entraré en mi cueva para poder retomar el vuelo, pero saldré victoriosa para retomar el vuelo como el pájaro de fuego que soy, el ave fénix que siempre me acompaña porque habita en el mismo centro de mi ser y me da fuerzas para salir de nuevo victoriosa de estas lides. Soy así, tú viste eso cuando te enamoraste de mí, no viste que entré en la cueva para darle fuerza a mis alas, no viste que estaban mojadas por la lluvia devastadora y que necesitaban secarse al amor del fuego.
Ya me voy de tu vida, ya te vas de mi vida. Hoy hace siete años que nos conocimos personalmente y me cuesta creer que seamos tan extraños que no podamos ni hablarnos. Me inquieta este orgullo que no me deja acercarme a ti y a ratos también estos celos absurdos porque estás con otra, pero lo que hay entre tú y yo no lo hay entre nadie más, nadie puede interponerse entre nosotros. Un día venceré mi orgullo y mis ansias de venganza y te llamaré para darte consuelo o me llamarás para dármelo tú a mí, porque no puede ser que nos hayamos separado y ahora seamos dos desconocidos, dos alejados, dos apartados, que seamos dos que no quieren saber uno del otro.
Necesito librarme de tu continua presencia, del miedo a emprender algo nuevo, del miedo a no poder quererme a mí misma si no me quieres tú.
Necesito romper el hielo que me congela porque no escucho tu voz, no tengo tus órdenes, tus chillidos, tus represiones, tus mandatos, aquello que no me dejaba ser, que no me dejaba hacer, que no me dejaba compartir.
Amor, de verdad, estoy deseando librarme de ti de una vez, guardarte en una cajita secreta, QUE ME DEJES EN PAZ y adiós muy buenas.
Ya sé que me amabas con furor y que ahora no lo haces, ¡Da igual! No era cierto lo que me ofrecías porque, entre otras cosas, tú no te amabas ni te amas a ti mismo. Amas los objetos, el dinero, las expediciones al extranjero, la adicción a la bebida espirituosa, la compañía de las mujeres hermosas. Y aunque yo comparto muchas de esas aficiones en el fondo no forman parte de lo que yo soy. Desgraciadamente he fantaseado tanto contigo que no me daba cuenta de que te estaba soñando, pero no te estaba viviendo.
Iba a empezar con una carta de reproche y creo que debo pedirte PERDON. Perdóname por no estar atenta a tus necesidades, por no mostrarte antes mi verdadero ser para que te dieras cuenta y me dejaras y conocieras a la persona que te ayudaría a emprender el verdadero camino a la libertad. Creí que poniéndote el límite que te puse tú ibas a ganar en libertad, pero has emprendido la huída, has visto en mí una mujer dominante y eso sólo se lo permites a los hombres, sólo ellos pueden ser dominantes, de las mujeres así hay que huir como alma que lleva el diablo.
Pues huye, huye, aléjate de mi vida, que yo estoy despertando de un sueño de cien años.

Comentarios

  1. Preciosa carta de desesperación, nada que añadir ,solo la dificultad de deshacerse de un amor , que realmente para él no lo fué.
    En base a mi esperiencia creo que jugó con tus sentimientos. Te ayudará la carta, pero pienso que él no te merecía.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu aliento. Esta tarde estuve armando una mesa de IKEA con unas herramientas que él me dejó. Yo nunca las usaba, sólo él componía los cachivaches que yo iba a comprar en esa tienda. Tenía unas manos maravillosas que pintaban paredes, tocaban la guitarra y acariciaban. Todo eso ha quedado impregnado en mi ser y ya no se va nunca, y las herramientas las tengo yo para poder hacer por mí misma muchas cosas. En la mesa escribiré sentimientos y me he sentido muy bien mientras apretaba el destornillador para que todo lo nuevo de mi vida vuelva a encajar.
    Su problema era una adicción y el mio que no puse límites antes, porque eso define una alta estima, el saber poner los límites.
    De todos modos todo sucede en su debido tiempo.
    Y este es mi tiempo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares