Tristeza y alegría

Esta mañana, cuando me dirigía a trabajar me encontré con mi vecino por la calle. Vive unos portales más allá de donde está el mío. Es un hombre de unos ochenta y tantos años y camina ayudado por unas muletas, pues tiene una prótesis en una pierna. Muchas veces miro con admiración a este hombre que sale casi todos los días a la calle a caminar, que incluso lloviendo camina por el suelo resbaladizo y, además, va fumando un cigarrillo que sostiene con su boca, ya que las dos manos las tiene ocupadas con las muletas. Nos saludamos cordialmente y nos regalamos una sonrisa. Hasta hace poco cuidaba a su mujer enferma de Alzheimer, así que tenemos algunas cosas en común: yo camino ayudada por una muleta y cuido a mi madre que tiene Alzheimer. Nos separa la edad, pues él tiene por lo menos treinta años más que yo, así que su mérito es aún mayor. Le pregunto que qué tal se encuentra y me dice que todavía tiene una pena muy grande por la muerte de su esposa y que poco a poco la va superando, pero que se siente muy solo. Le digo que si no va al Hogar del Pensionista, que allí se puede sentir acompañado y me dice que ve allí a la gente demasiado alegre y que eso le duele. Eso me da para reflexionar mientras camino para mi trabajo, y es que cuando estamos tristes no soportamos la alegría de los demás, nos preguntamos que de dónde la sacan, que dónde está en nosotros, que cómo es que la perdimos, y cuando estamos alegres no entendemos la tristeza de los demás, no empatizamos con sus sentimientos, nos parece que les dan demasiadas vueltas a las cosas, a los problemas. El dolor por un duelo, por una pérdida te hace bajar a lo más hondo, a lo más oscuro del alma, pero si tocas fondo y logras limpiar todas esas carencias que ahora vives sales airosa y nueva para disfrutar de la alegría natural que te ofrece la vida. Si limpiamos todas esas nubes negras sabiendo que pasarán, que no todo es continuamente dolor y llanto emerge la esperanza y la alegría espontáneas. Miras el cielo y parece un milagro que se dibujen nubes claras u oscuras, miras los campos y es un verdadero paraíso el que tenemos aquí, escuchas los pájaros y ellos están cantando desde por la mañana, observas a las personas y ves su lado bueno, el lugar de su corazón donde habita la esperanza para mejorar su vida y superar sus dolores. De todos modos creo que es importante estar con la gente para lo bueno y para lo malo, encontrar gente buena que sepa comprenderte y apoyarte es saludable para superar las penas, y las hay a puñados; si muestras tu lado bueno aparece gente buena porque somos espejos en los que nos reflejamos. El era mi espejo esta mañana.

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