Lagarto

Tengo la piel como la de un lagarto y por eso las mujeres no se me acercan. Mi defecto se originó cuando era pequeño y me picó un mosquito. El veneno que inyectó en mi sangre hizo que se formara en mi piel esta vistosa desaprobación. Yo digo que fue de un accidente. Las partes de mi piel que dejo visibles -suelo taparme bastante con la ropa para que no se vea el resto- provocan rechazo en las mujeres, no así en los hombres o en mis amigos, pues no siento que me hagan ascos cuando me dan la mano o cuando me abrazan en campechanos gestos solidarios. Todas las mujeres adoran mi voz, es tierna y seductora, puedo susurrar las palabras más dulces y sensuales en un tono pausado y aterciopelado. También escribo muy bien, sé decir las palabras adecuadas en largos sms cargados de sensualidad, esa es mi arma de seducción, ya que la piel es una barrera que ellas no me dejan franquear. En mi mente y en mi corazón habita una mujer que para los demás es inventada. Es la mujer de mis sueños, la tengo perfectamente configurada, sé las actividades que hago con ella, a dónde vamos, lo que compartimos, los regalos que le hago, los proyectos de futuro que nos unen. Cuando mis amigos proponen hacer algo juntos en algún fin de semana yo les digo que me voy con mi novia, que ella ha venido desde otra provincia a pasar el "finde" conmigo y que nos vamos solitos a vivir nuestro amor, pero nadie la ha visto nunca. Sólo que ahora he roto con ella, he decidido dejar de fantasear con este ser irreal y quiero que alguien de carne y hueso me ame. La verdad es que no sé cómo hacerlo, porque esta piel de lagarto me pone barreras y yo a veces me aíslo en un gesto autista y me meto en mi mundo donde nadie me rechaza, donde nadie me pide que sea perfecto. Nadie sabe dónde me escondía cuando decía que me iba con mi novia, apagaba mi teléfono y nadie me encontraba: Estaba en mi casa, cerca del mar, sus susurros me aliviaban de tanta lejanía y me ponía a pensar en hacer largos viajes y que allende los mares podría estar el amor de mi vida...