Pérdidas necesarias

Miércoles, mi día más intenso de la semana. En La Villa hay "mercau" y todo es bullicioso. Para mí ha sido horrendo. Por la mañana discutí con mi hija por dinero, luego traspapelé unos cupones del día anterior y me di cuenta de que habían quedado sin vender y perdí ese dinero de la venta, una clienta me había hecho un encargo y lo extravié . Tardé unas horas en encontrarlo. Un amigo me dijo que se iba a venir a la playa conmigo y me dejó plantada. Parecía un día aciago, pero yo decidí darle la vuelta, pues tengo la capacidad de improvisar nuevas formas de actuación: si una cosa no funciona puedo proponer otra. Le busqué una solución creativa a todas las cosas que me pasaron.
Discutir por dinero es un tema delicado, espero a que se me pase el enfado en unas horas o en unos días, pues a veces en las discusiones estamos hablando de sentimientos o de posiciones de poder, los egos de cada uno tratan de ganar terreno. Cuando perdemos algo nos obsesiona encontrarlo, nos ponemos a buscar frenéticamente, porque no puede ser que nos pase eso a nosotras si hace un momento lo teníamos en las manos. A veces me pongo a buscar cosas que tengo en las manos, como las llaves o las gafas de ver de cerca. No sé cómo podemos estar tan-en-otro-mundo que no hacemos consciente nuestra presencia en este. Esto me da para pensar que cuando perdemos algo valioso realmente como un amigo, un amor, un compañero de trabajo, ¿en qué momento lo comenzamos a perder, cuál fue el gesto, la mala mirada, la palabra hiriente que dio lugar al comienzo de esa pérdida? ¿vamos acumulando resentimiento en lugar de ser asertivos, de rectificar a tiempo?
No fui a la playa, pero me quedé en una terraza tomando una caña, un pincho y el aire. Encontré una manera creativa de entregar el encargo a mi clienta y perder el dinero me sirvió para hacer esta reflexión, porque siempre estamos echando la culpa a los demás de lo que nos pasa, a los políticos, al vecino, al alcalde. No nos hacemos responsables de nuestros actos a menos que lo convirtamos en culpa y entonces ya es dañino.
Hay un proverbio ruso que me encanta: "Si cada uno barriera delante de su casa, ¡qué limpia estaría la ciudad!"
Por eso me cuido, por eso me quiero, por eso estoy cerca de mí, por eso comparto contigo mi alegría.

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